Autocontrol y moralidad

Resumen

El artículo estaba en las noticias. Un funcionario público dijo que contrataría a un conductor masculino en lugar de una mujer, porque siguiendo la creciente influencia del movimiento #MeToo, contratar a un hombre sería más seguro. De esa forma nadie lo acusaría de acoso. La declaración del funcionario despertó críticas públicas justificadas. Al ser un funcionario público, debe estar comprometido con las prácticas de igualdad en la contratación. Pero supongamos que se trata de un individuo privado que quiere hacer todo lo posible para evitar la tentación. Podría parecer que no hay nada de malo en eso: es libre de contratar a quien quiera, y su precaución está justificada: planificar con anticipación y resistir la tentación son marcas de racionalidad y personalidad, en el sentido que Harry Frankfurt le da al término. Pero, ¿por qué debería uno ser tan cauteloso para empezar? Desafiando otros análisis filosóficos de la tentación, sostengo que las tentaciones difícilmente son irresistibles. Todos debemos asumir la responsabilidad de nuestras acciones y comportamiento. Es un deber moral controlarnos a nosotros mismos y no dejar que otros paguen el precio de nuestras deficiencias. Esta noción es tanto kantiana, ya que enfatiza la autonomía, como aristotélica: nos insta a trabajar en nuestras virtudes.