Década de 1960: cultura y política en Brasil

Resumen

La década de 1960 se conoce como una época de agitación cultural y política. Es cierto que aglutinaron una serie de movimientos y vieron surgir en la escena social nuevos personajes y protagonistas, a los que el cuerpo y la juventud llegaron a rivalizar con la sabiduría y la madurez. Suele decirse que tal década constituye un momento de ruptura, lo que no deja de ser cierto, pues alberga a una generación que cuestiona a sus antecesoras, tanto por la responsabilidad de la casi destrucción del mundo perpetrada por la Segunda Guerra Mundial, como por la por el conformismo y la resignación que marcaron los años 50, postura de muchos frente a la reconstrucción de Europa y Asia, motivada aún por los primeros momentos del estado de bienestar centroeuropeo.

Por otro lado, los años sesenta del siglo pasado fueron una época de respuestas eventualmente radicales a problemas que se presentaban con formas y contenidos diferentes, aunque muchas veces sustentaban el mismo impulso libertario, en diferentes regiones del mundo, o incluso en el interior. la misma nación. Sería falso, por tanto, tomarla como un bloque unívoco de acontecimientos, y aun así limitar esa experiencia histórica a los límites de la cronología que aparentemente le da un marco. Si en una fueron muchas décadas, igualmente las fortalezas y debilidades que la identifican se pueden ver en años anteriores, así como sus ecos se perciben aún hoy en la composición del presente. La Guerra Fría, el choque entre los países alineados a la OTAN y los del Pacto de Varsovia, encontró en la década de 1960 momentos de gran expresión. Fue cuando Cuba reconoció su revolución como marxista-leninista y pronto vio su territorio sufrir intentos de invasión, pero también ser destinado a la instalación de misiles nucleares; se construyó el Muro de Berlín; las guerras de descolonización en África y Asia fueron intensas; América del Sur y América Central vieron golpes de estado instituyendo gobiernos autoritarios y los correspondientes intentos de derrocarlos.

De una cuestión geopolítica, la Guerra de Vietnam en el Sudeste Asiático pasó también a ser un fuerte choque cultural, que opuso a la juventud estadounidense y europea a la intervención de los Estados Unidos de América en ese país. Esta posición, a su vez, estuvo ligada al surgimiento del cuerpo como lugar legítimo del deseo, expresión de paz ligada a la sexualidad libre, la igualdad de género, la despenalización de la homosexualidad, la alimentación saludable, la defensa del medio ambiente, en fin del día del racismo. Es probable que el principal intelectual que dio forma a este espíritu fuera Herbert Marcuse, heraldo del encuentro crítico entre el psicoanálisis y el marxismo y, no por casualidad, el principal maestro de la entonces alumna, ahora catedrática jubilada, Angela Davis, una referente central de los movimientos de emancipación de los afroamericanos en todo el continente. Suele decirse que la década de 1960 fue una década de rebeldía y reivindicación juvenil, como lo demuestra lo escrito anteriormente, pero esto también sucede por la demarcación imaginaria de los discursos sobre 1968, año conocido por su mes de mayo y las revueltas estudiantiles. en Francia. A este contexto corresponde uno de los movimientos estéticos más importantes del cine e incluso de las artes en general, la Nouvelle Vague, cuyo exponente, Jean-Luc Godard, era simpatizante de los estudiantes maoístas y estaba en las calles durante los combates de París. Los jóvenes, por su parte, demandaron nuevas relaciones con los profesores y con la institución universitaria, vista como fosilizada y arcaica. Programaron el fin de la arquitectura de los anfiteatros, que impuso un lugar privilegiado para el docente, y del régimen de evaluación, que destruyó las energías libidinales.El nuevo cine no se dio solo en Francia, sino en otros países, como Alemania, con Wim Wenders, Alexander Kluge, Rainer Werner Fassbinder y Werner Herzog, entre otros, y en Brasil, con Cinema Novo. Cineastas como Glauber Rocha, Leon Hirszman, Joaquim Pedro de Andrade, así como fotógrafos como Dib Luft y Luiz Carlos Barreto, desarrollaron una estética del hambre y la fotografía a contraluz, priorizando temas políticos y libertarios en sus narrativas. En Brasil, el Cinema Novo no estuvo solo, sino que convivió con las propuestas underground de Rogério Sganzerla y los existencialistas de Walter Hugo Khouri, además de encontrar una contrapartida musical en Tropicália, cuyo recuerdo más completo es el libro de Caetano Veloso, Verdade Tropical . Este movimiento estético, liderado por el músico y Gilberto Gil, que retomó y actualizó el Modernismo de 1922, se habría debilitado, sin embargo, según Roberto Schwarz (Martinha versus Lucrécia), como oposición a la dictadura cívico-militar que tiranizaría la país durante dos décadas. La contracultura estaría en este registro, no necesariamente la crítica política.